Más o menos así iniciaba el texto que me tocó editar sobre el uso comercial del polígrafo. Según aquella nota, en México más de 40 personas, en los dos últimos meses, han logrado conocer su verdadero estatus matrimonial y la confianza que existe en la pareja gracias a la llamada caja de la verdad o detector de mentiras.
Estaba interesante el tema (dicen que hasta el noticiario de tv nocturno lo retomó) y yo no iba mal en mi labor de soldado de infantería del periodismo: eran cerca de las 9:30 de la noche y únicamente faltaba ponerle una cabeza a la nota, el resto ya estaba: leída un par de veces, corregida, pulida, con los pies de foto correspondientes, un sumario concreto, tablas con información de costos y demás números… editada, pues. Hojalatería y pintura.
Pero aún necesitaba un título cachondo y divertido. Algo así como Susana Zavaleta vuelta un enunciado… ¿Qué podría ser, qué podría ser? Se supone que el ángulo (el quid) era el uso del polígrafo para saber si tu pareja te engaña, entonces comencé una lista de propuestas:
- ¿Quieres saber si una rubia te lo está sonsacando?
- Que no te engañen a base de ¡mentiras!
- Al que duda, el polígrafo lo ayuda
- Hace tiempo que no creo nada al hacerlo contigo
Evidentemente una situación complicada. No se crea, mi peliagudo lector, cabecear notas tiene su chiste… pero las dificultades no pararon ahí.
Diez minutos para las diez de la noche y las cosas dejarían de ser todo serenas. La página estaba lista, al ciento por ciento. Entonces era momento de mandársela a la diseñadora, con el fin de que retocara las imágenes, le hiciera unos cuantos ajustes y le diera su bendición… o su maldición.
“Omar, ven, que la página tiene un problema”, fue lo que con voz de señora burócrata del ISSSTE y casi bostezando me dijo la diseñadora en cuestión. Y déjeme decirle, mi eficiente lector, que si eso te lo dice la compañera menos cordial de la redacción es que está canijo el asunto, en verdad canijo. Entonces comenzó el siguiente diálogo:
-Omar, tu página desapareció y es tu culpa.
-Ah caray, pues qué diablos apreté, dónde le di click para que se fuera a la basura.
-La neta yo no sé por qué cambiaste tantas veces la cabeza –farfulló la caradura.
-¡Ah, no! He modificado infinidad de veces las cabezas de las notas y jamás habían desaparecido. No sólo lo hago yo, todos en la redacción hacemos cambios de ese tipo una y otra vez.
-Pues no es que le hayas dado click en alguna parte. ¡Fue tu mala vibra la que generó esto!
¡Ay, ojón! Resulta que por “malvibroso” la señorita se distrajo y borró mi trabajo. Ah, pero la cosa no paró ahí. Las reclamaciones continuaron:
-Sí Omar, me generas un ambiente muy tenso. A ti no te gusta que yo diseñe tus paginas y a mi no me gusta trabajar contigo. Pero ni modo, todos trabajamos con todos y debemos asumirlo. Esto es puritita Ley de Murphi. Ya le hablé a la gente de sistemas y a ver qué se puede hacer… Pero esto es culpa tuya.
¿O sea, cómo, mi karmático lector? ¿Qué se le dice a una persona así? Total que reaccioné con una ironía básica y me reviró con una máxima mántrica:
-¡Vaya explicación científica me estás dando! Seguramente eso diremos cuando nos pregunten por qué no hemos cerrado la maldita página: “Fue Ley de Murphy, señor GG, de tanto que me apresuré, algo tuvo que salir mal. Y además soy un malvibroso (lo que esta licenciosa palabra signifique). Pero no se preocupe, que el tiempo nos sobra y la volveremos a hacer”.
-Pues sí, es que tú eres más científico y yo más mística.
¡Zas! Ni hablar mujer, traes puñal.
All you need is love
Ahora resulta que debido a tanto malvibroso que abunda en YouTube, la crisis financiera mundial se va a agravar. Hay muchos hijos del karma que opina que “el gobierno de Barack Obama promueve la mala conducta”. Y estos críticos no tienen empacho alguno para despotricar frente a una cámara de televisión, ejemplo de ello es el comentarista de la cadena financiera CNBC, Rick Santelli, y su efusivo discurso que levantó aplausos y ovaciones entre agentes en la Bolsa de Chicago, cuando sugirió un referendo nacional sobre el plan de Obama.
Pero el que se lleva el premio al más malvibroso es Jim Cramer, un comentarista de la CNBC que analiza el estado de los mercados y busca orientar a los ciudadanos, pero se ha vuelto todo un showman que genera morbo por sus ataques contra todo y contra todos.
Cramer se volvió más famoso gracias a la crisis del mercado hipotecario, o mejor dicho, a los insultos que dirigió a Ben Bernanke, presidente de la Fed. En 2007, en plena crisis crediticia, con Wall Street cayendo a plomo y los inversionistas preocupados por el futuro de sus títulos y carteras, Cramer se erigió como un mesías y lanzó toda su artillería pesada contra Bernanke. En poco más de cinco minutos vaticinó la muerte de los mercados financieros y acusó a la Fed de ser la única culpable de lo que está ocurriendo en la economía estdounidense (¿por su mala vibra?).
“Bernanke está siendo académico y no es el momento de ser académico. Es el momento de agarrar al toro por los cuernos: el mercado de renta fija se encuentra en su peor momento de los últimos 22 años y Bernanke no tiene ni idea, no tiene idea”. Palabras más palabras menos es lo que grita Cramer.
2 comentarios:
JAJAJAJAAJAJA.
La anécdota en cuestión te la escuché en vivo aquél día fatídico del cual no ofreceré más detalles.
Observaciones: Si te resultara más familiar el pop basura/indie/retro/freak español, entonces te diría: ve a tu biblioteca de iTunes y escucha "No tengo nada que ver", de Un Pingüino en mi ascensor. Le queda como anillo al dedo al post.
Por lo demás, si estuvieras más familirizado con las telenovelas, habrías respondido: "¿Más Mística? ¿Y dónde quedaron tu moto y tu vestido de lentejuelas?"
Pista: María Mercedes.
Jajajajaja, no manches!!! ¿Mal vibroso tú? Changos! ¿qué será de nosotros con personas como Omar Astorga? Ya ves, entrale a lo mistico, a las velas e inciensos y a leer el tarot pa ke estes ad hoc con la reina en cuestión.
Dile que digo yo que no se la pellizque, que le va a caer la maldición gitana si sigue de malvibrosa contigo... y mira que mis maldiciones llegan. Jajajaja.
Un beso mi estimado periodista.
¿y mi Starbucks?
Publicar un comentario