
En nuestro patio un chico tiene encadenado a su perrito, Sharik. Lo tiene así desde cuando era un cachorrito.
Una vez fui a llevarle huesos de caldo humeantes y aromáticos, pero justamente en ese momento el chico soltó al pobrecito.
La nieve en el patio es copiosa y blanca. Sharik, lleno de júbilo, da vueltas por el patio, salta como una liebre, el hocico lleno de nieve, corre por todos los rincones, del uno al otro, del uno al otro…
Se me aproxima, todo velludo, salta alrededor de mí, huele los huesos y vuelve a correr como diciendo…“No necesito yo sus huesos…sólo denme la libertad”
Del libro Cuentos en Miniatura, de Alexander Solzhenitsyn.
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Luego de que la gente andaba preguntando "¿en qué trabaja el muchacho?", el camarada Arturo me sugirió conseguir una mascota, un perrito, a fin de tener un buen motivo para regresar temprano al departamento que rento, y no pasar tanto tiempo en la oficina. Quizá ya lo encontré. ¡Lo conseguí! Se llama Sharik y me lo regaló mi tío muerto Alejandro.