lunes, 26 de noviembre de 2007

Aclaración


Es importante este post. La crónica de la fiesta a la cual no asistí no la hice yo, pues "no asistí". El autor es anónimo y me pasó el reporte, nada más. Gracias por su comprensión.

Cordialmente

Me dicen Pijo y Esbirro

La fiesta bussines de Mike

No sólo me llegó el reporte escrito de la fiesta del buen Mike. Afortunadamente, también tengo el video oficial...
Carnalitou, sabes que se te quiere mucho. ¡Felicidades!

Jacobino de la Era Terciaria

¿Qué es un editor?

1. Un lazarillo. Un guía que ordena ideas ajenas (las jerarquiza, las destaca o las elimina). Lleva al autor hasta el punto al que quiere llegar, comprobando que haya concordancia entre el texto y sus pensamientos.

2. Ángel de la guarda. Cuya misión es proteger la forma y el fondo del trabajo del escritor. Ello le exige conocimiento total del estilo y los referentes del autor (pues si no tiene noción de los conceptos del material que se le encarga, puede volverse un peligro). Es un defensor apasionado.

3. Compañero en una carrera de relevos. No es un empleado, sino un colega, encargado de llevar la estafeta hasta la meta.

De estos puntos surge el segundo de mis motes: Esbirro. Marco Gonsen (por cierto, a la pregunta de La Guarida del Nagual, Marco es tanto un niño grande como un gran niño, mocoso, al fin) se ha dado cuenta de mi interés en la edición, cómo procuro a mis colaboradores y el tiempo que dedico a perfeccionar el oficio peonero y gratificante que he elegido. Esto lo llevó al extremo y, con el fin de chingar la madre, me comparó con Cerbero.

...platicando acerca de la laxitud ortográfica y sintáctica con la que Armando Ramírez escribió Chin Chin el teporocho, maese Víctor Torres soltó una frase lapidaria: "Maestro, es usted un jacobino"... uno que, con el fin de evitar desviaciones en un sentido contrario a la RAE, sugiere que los escritores han de ser constantemente vigilados y coaccionados por el poder popular...

¿Qué opinarán de esto los articulistas y los columnistas de Excélsior?

domingo, 25 de noviembre de 2007

Crónica de una fiesta a la cual no asistí...

Me llegó el reporte de la fiesta de cumpleaños del Mike. Está para compartir (con video y todo):

Ah, qué caray.

Ayer, en una party, mientras veía a la respetable concurrencia alcoholizarse, reír, disertar sobre moda, novios y otros profundos tópicos, me dio curiosidad por saber su edad. Después de un breve sondeo, constaté casi horrorizado lo que ya venía intuyendo: la mayoría de la chamacada andaba entre los 18 y los 22 años.

Zas. Y uno ahí, con sus 24 años, sentadote en el sofá, cansado porque temprano había tenido que ir a atender gentuza en un museo de ciencias y en la tarde se la pasó de modisto de medio pelo haciendo su atuendito pa'brillar en la fiesta.

Eso es competencia desleal, caray, el cuerpo no da para tanto. Cierto es que no me alcoholizo, no fumo, no me drogo (¡que no, chingá!) y hasta me preocupo por tomar mis dos litros de agua al día y comer bien; pero eso de correr en promedio 60 kilómetros por semana, hacer el servicio de lunes a sábado, darle a las pesas y a la freelanceada, pues la neta sí que cansa.

La cuestión anímica no es: a pesar de andar cansadón, ayer tuve la cholteca lo suficientemente enferma como para ir a perderme en rumbos poco glamouroso (Tláhuac, para ser precisos), ganar un segundo lugar en un duelo de baile (y, debido a favoritismos, no gané el primero, pero esa es otra historia) y, después de ello, entregarme al delicioso deporte de la viboreada de atuendos.

Pero entonces, ¿qué chingaos pasa? La edad no es, porque aun de jovenzuelo siempre me dio por ser medio solitario y retraidón. La popularidad tampoco, pues a donde llego soy (re)conocido y la gente bonita me llena de besos. ¿Será que lo mío, lo mío, así lo mío, es ser freak entre la banda freak? ¿Será que soy un niño avejentado o un viejo bien juvenil?

EQUIS. Lo importante es que seguro hay más de un inadaptado que también disfruta de regalitos como éste, que me hacen refeliz durante tiempos en los que la vida se empeña en hacernos manita de puerco.

¡Niños, esto es como en París!

jueves, 22 de noviembre de 2007

Retrovisor

La siguiente es la primera reseña que me publicó el magister Víctor Torres, en Excélsior. Sin duda, hay quien apuesta fuerte... y decide darte una oportunidad.


Saramago para fans
Por Omar Astorga Martínez


La memoria es como el mal amigo, que te falla cuando más falta hace, por ello, hay quien aún aprehende a esta camarada incómoda en una hoja de papel, no sólo para tener presentes las actividades del día, sino con el fin de revivir los sucesos más excitantes en el transcurso de los años, gracias a su poder reconstructor.

Antes de comprobar qué tan indelebles son los recuerdos de su infancia, el premio Nobel de Literatura José Saramago juntó, en Las pequeñas memorias, los trozos de vida que aceleraron las palpitaciones del niño de pantalón bombacho y pelo cortado a cepillo que fue. Unos momentos cuando su corazón latió más rápidamente de lo normal: perseguido por un perro lobo en la calle Fernao Lopes (sístole); las batallas cuerpo a cuerpo con el primo malo, pero de buen corazón (diástole); la excursión al Sameiro, cuando cayó de un caballo (sístole); los colores del cielo en la natal Azinhaga (diástole); la muerte del hermano (sístole); las noches de cine en el Piojo (diástole); así como el primer amor y los incipientes (mas no insípidos) encuentros sexuales con la vecina, la prima o con la prostituta de la calle Bom-Formoso (sístole, diástole).

Con este tipo de recuerdos y la cronología de los estudios básicos, Saramago hace también una semblanza de la clase media baja, que oscilaba entre el campo y la ciudad, en Portugal, aproximadamente de 1933 a 1940.

¿Qué diferencia hay entre esta obra y otros libros de memorias y autobiografías? Ja, pues que en Las pequeñas memorias está la vida del hombre que pensó en la muerte de uno de los heterónimos de Fernando Pessoa e imaginó el día en que una nación entera se detuvo a causa de una epidemia de ceguera. Y eso le basta a los fans de José Saramago.


miércoles, 21 de noviembre de 2007

Oficio infuso, ciencia infusa

Sólo hubo una clase de la que me corrieron en la Universidad: géneros periodísticos I. No fue porque me haya portado rebelde o petulante (he escuchado varias historias así: un alumno demuestra más conocimientos, pero menor sensatez, que el profesor titular y, por ende, ambos estallan... no fue mi caso, soy demasiado mainstream, creo), sino debido a mi impuntualidad.
El profesor era Enrique Aguilar Resillas, autor de Elías Nandino. Una vida novelada (biografía que el poeta, Nandino, consideró blasfemia, pues él era muy machín y esas historias homoeróticas que en el libro se cuentan son mentiras, ¡libelo!... me gustó el textito, me entretuvo). He aquí una muestra de la obra de Elías Nandino.

CASI A LA ORILLA
Al poeta José Emilio Pacheco
Después de lo gozado
y lo sufrido,
después de lo ganado
y lo perdido,
siento
que existo aún
porque ya,
casi a la orilla
de mi vida,
puedo recordar
y gozar
enloquecido:
en lo que he sido,
en lo que es ido...



Realmente malo, ni hablar.

Aguilar Resillas cree tener un método certero para identificar a quien será un periodista prominente: estrechándole la mano (la llamada I want to hold your hand!). Ello me parece una reverenda jalada, porque, de entrada, quién va a querer saludar de mano al cabrón y permitir que "palpe" hasta llegar a su grandiosa conclusión. Y no se piense que es ardor, porque, insisto, yo jamás le estreché la mano...

No obstante, ¿hay algo que, a simple vista, caracterice a los grandes?

Hace unos días la periodista Elia Baltazar (investigadora nata, con aspecto de egresada de la ENAH) me preguntó algo parecido: ¿qué es un editor? No lo pensé mucho, es un lazarillo, le contesté, sin precisar que ese resulta sólo un aspecto del oficio peonero del editor...

Elia entrevistó a Rosa Montero, colaboradora de El País Semanal, en la que aborda el vínculo entre la literatura y el periodismo. De la española he leído Historia de Mujeres (el prólogo es de lo mejor de la obra, así como las biografías de Agatha Christie, Alma Mahler y Simone de Beauvoir) y varias de sus entrevistas (lean la que le hizo a Pamuk).

Vamos con el trabajo de Baltazar:

Retrato hablado de la periodista y escritora española, Rosa Montero
Por: Elia Baltazar

Periodista y escritora española, a Rosa Montero se le reconoce tanto por lo primero como por lo segundo. Aunque ella preferiría cambiar el orden de los adjetivos: "El periodismo es un oficio que me gusta mucho y me ha dado mucho, pero no es más que un trabajo que podría dejar mañana. La narrativa, en cambio, es mi manera de ser, mi manera de vivir".

Ha descubierto que la suya es una literatura de supervivientes. Se define como un zorro en su labor de escritora: "siempre en busca de nuevos paisajes". Detesta la sobrevaloración de intelectuales y escritores y le irrita la narrativa con apellido, ya sea ecologista, pacifista o feminista, "aunque yo como ciudadana pueda ser todo eso".

Sabe que hoy los buenos libros compiten despiadadamente con la novela utilitaria, de quiosco, el best seller. "En todo el mundo hay una literatura utilitaria. El mercado literario ha cambiado mucho, ha introducido las mismas técnicas, muy agresivas, de la publicidad. Que por un lado han venido bien porque han acercado el libro a la gente, pero también han ramificado mucho el libro, por eso vemos esas pilas de bests sellers que han puesto mucha presión en la escritura. Sin embargo, un autor de novela debe estar al margen de esas presiones económicas, y aunque debe adaptarse, también debe hacer la gimnasia necesaria para defenderse de esa presión y no permitir que afecte su libertad interior".

Embarcada en el género de la aventura que desarrolló en su novela, Historia del rey transparente, Rosa Montero es muy clara a la hora de distinguirla: "la novela de aventura es un reconocimiento de lo que somos, un viaje existencial a las profundidades de la realidad, mientras que lo otro, el best seller, está hecho para huir, para escaparse, aturdirse y no pensar".

"La novela es una esquizofrenia autorizada"

Un torrente de ideas se dispara en las palabras de Rosa Montero, a la hora de conversar sobre su obra literaria y defenderla de los clichés: "No tengo interés en escribir sobre mujeres. Escribo sobre el género humano".

Así fluye la conversación con Montero acerca de sus pasiones literarias y los caminos recorridos como lectora apasionada de la historia que la llevaron a escribir Historia del rey transparente."Es un libro de madurez, el más ambicioso y complejo que he escrito. Una cosa que me enorgullece es que esa complejidad no se nota. Aparentemente es muy sencillo, y esa aparente simplicidad es un logro de la madurez. John Steinbeck decía: ‘Lo mejor es siempre lo más simple’. Lo malo es que para ser simple hace falta pensar mucho. Este libro no lo hubiera podido hacer antes, porque no tenía la libertad interior para hacerlo, esa seguridad para meterme en una historia de aventuras.

"De los libros que he escrito, es el que más se acerca a esa idea de libro esencial que llevas en la cabeza desde la infancia. Esos libros que me formaron como lectora y como persona, libros maravillosos de aventuras que me explicaron cómo era el mundo: El libro de la selva, de Rudyard Kippling; Moby Dick, Herman Melville, El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad. Son luminosos y tremendos libros de aventuras que ofrecen un modelo del ser humano y una explicación del mundo.

domingo, 11 de noviembre de 2007

Contra el ave Roc

¿Qué he escrito? Me puse a revisar todo lo que he posteado y como que me paso de mamón. He escrito sobre libros, programas de televisión, escritores, mis amigos, "mis días", he puesto videos musicales... bueno, está variadito el asunto. Ocurre que siempre espero recopilar información que en el momento considero interesante (y a la distancia la veo como pura verborrea sencilla) y me preocupa que ahora no tenga algo para postear (aunque sea malo).

Me han sugerido temas atractivos: el affaire Paulina Rubio-Gobernación-cueros-Bandera Nacional, un cuento de cantina, por qué me dicen "esbirro", tips de ligue y conquista destinados a los aburridos politólogos (que, la verdad, les urge), entre otras cosas...

También he tenido buenos motivos para escribir: el reciente libro del profesor René Avilés Fabila (El bosque de los prodigios); algo sobre antisemitismo y la agresión escrita que mi estimado León Krauze recibió; un poema de Carlos Montemayor, otro de Kavafis; temas superficiales (mas no superfluos) como el iPod Touch que quiero o la venta de mi celular con tecnología de punta... pero el agua no me ha subido al tinaco ni para los asuntos más frívolos, verdá de Dios que no.



En esto ha in fluido que ya no me dejan comentarios, sólo mis queridos Gade, Miss Comet y Pavelo, por ello van a tener la opción de elegir entre irse al cielo o al infierno, en cambio, los demás se aguantarán con lo que san Pedro les asigne, sorry, chavos, y conste que tengo palancas allá arriba.

Para terminarla de amolar, tuve que reprogramar mis vacaciones, la tanda del MacArthur se me fue en pagar las malditas tarjetas de crédito, no he visto a mis asesores de tesis (sí, tengo dos, Margarita Flores y Macario Schettino —quien incluso ya publicó su libro—, bueno, hasta hace algunos meses todavía lo eran), rompí mis lentes y no he dejado de ser el quejicoso de siempre.

Y de que ocurren cosas importantes en el mundo para escribir de ellas, claro que ocurren... la maldición china está en plenitud ("Que vivas en tiempos interesantes"). Para muestra, un botón (de flor):



No he puesto foto del mes. A pesar de que ya le bajé al alcohol (¿o será por eso?), no llega la maldita musa (bueno, ni siquiera el Musacchio). Falta poco para que me vuelva más viejo (en realidad un par de meses) y eso ya no me entusiasma como antes... de hecho, ya no puedo hablar de entusiasmo si de un cumpleaños se trata. Y ahora resulta que ninguno de mis contemporáneos piensa que pertenecemos a una géneration désenchantée, o sea, soy el único sobrado avejentado. ¡Maldición!

Ya estuvo, señores, me ahorré lo del psicólogo, revelé mi rollo, puedo ir en paz.

lunes, 5 de noviembre de 2007

Désenchantée

Algo anda mal, pero no sólo en mí, sino en todos mis contemporáneos... y en todas las generaciones... Ayer me encontré con mi correspondiente Gertrude Stein y me dijo algo que ya sé: no leo todo lo que debo leer, que la mía es una generación perdida entre las perdidas.






Tout est chaos
A côté
Tous mes idéaux : des mots abimés...
Je cherche une âme, qui
Pourra m'aider
Je suis D'une géneration désenchantée,
désenchantée

Todo es caos
A mi alrededor
Todos mis ideales: palabras vacías...
Yo busco un alma, que
Pueda ayudarme
Formo parte de una generación desencantada,
Desencantada

domingo, 4 de noviembre de 2007

El ogro filantrópico

Primero, una introducción, párrafo del maestro René Avilés Fabila.

"(Paz) fue realmente un poeta superior y un caudillo intelectual destacado, como nunca hemos tenido otro. Llegar a ser el luminoso rey de un país de sombras no resultó fácil. Su carrera fue compleja y cuando al fin encontró el prestigio total e indiscutible, se convirtió en una suerte de tirano cultural. Él decía quién valía y quién era desechable. Con Salinas y Zedillo era más que respetado, temido, tenía poder político y lo usaba. Polemizó con muchos y rompió con otros, desdeñó a unos más y a todos los suyos les exigió subordinación. No tenía amigos, tenía súbditos. La república de las letras se hizo monarquía y ello incluyó rey y aristocracia".



En los sesenta, Julio Cortázar se encontró con Octavio Paz en la India, cuando éste era embajador. Creo que fue ahí donde se conocieron. Después, Paz le dedicó Los hijos de Limo al argentino: "A Julio, más cerca que lejos, en un allá que es siempre aquí", Octavio.

Este video quedó como registro de aquel encuentro en la embajada de México en la India: http://www.youtube.com/watch?v=mXb33aHIFNk

viernes, 2 de noviembre de 2007

Hay apocalípticos, hay integrados... y Perelló

Recibí esta carta y la publicamos en el otrora Foro de Excélsior, ahora Yo lector. Qué puedo decir, léanla.

Programas de TV, para inocular ideologías

Señor director:

El martes leí el artículo del señor Marcelino Perelló y me pareció muy interesante su punto de vista acerca de la supuesta función de las series estadunidenses catalogadas “wisdom, welfare & laught” como herramientas para transmitir ideología.

Es importante abordar este asunto, el de los medios como máquinas de cohesión e incluso de coerción, pues en México va vinculado a otros debates, por ejemplo, el de la Reforma del Estado y la electoral. Porque no debemos olvidar que aquí los medios funcionan con un sistema de concesiones.

Pero, volviendo al texto de Perelló, el autor considera que es por conducto de estos programas como el gobierno estadunidense intenta definir valores y roles: “Lo que sucede es que, junto al entertainment, por debajo de él, se cuela una carga masiva de ideología y de puntos de vista moralinos acerca de lo que la middle class debe pensar, creer y querer. Ideología que resulta, por su carácter indirecto e insidioso, realmente muy difícil de identificar, localizar y combatir”.

Sí, sin duda una gran parte de la sociedad considera dogmas (sin saberlo) a aquello que ve en la televisión, de lo contrario, los partidos políticos no tendrían tanto interés en pasar su propaganda en hora estelar, entre cada telenovela.

No obstante, ahora los estudios se abocan a cómo los individuos “decodifican” esta información, pues, por más que una muchacha chilanga vea que en su serie favorita las actrices usan abrigos de mink para lucir y, en segundo lugar, protegerse del frío invernal, ella no hará lo mismo en un diciembre mexicano más bien estival.

Creo que aquí hay una calle de doble sentido, es decir, los medios influyen en nosotros, pero ellos parten también en gran medida de nuestros gustos e intereses. El punto es que en ocasiones emplean conceptos erróneos, un ejemplo es la imagen que tienen de los jóvenes: todos los “chavos” vamos de reven a Aca, aunque puede ser que, este fin, Valle resulte una opción más atractiva; todos, invariablemente, pedimos que vuelvan a transmitir Otro Rollo.

No todos los jóvenes reducimos nuestro repertorio de palabras a 35 básicas, entre las que destaca el “güey” y, para enfatizar, la preposición súper.

Y sí lo considero un error y no un intento deliberado por homogeneizar a la chaviza, pues quienes trabajan en los medios, quienes producen los programas en los que abundan estereotipos son seres humanos que consideran su entorno una estampa fiel de la idiosincrasia nacional. No nos preocupemos, no son genios tenebrosos.

Encontré en internet un ejemplo interesante sobre la influencia que en los medios tienen los cambios culturales de la gente de a pie.

"Recientemente ha surgido en Japón la tendencia del gyaru-moji o letras de niñas. Las jóvenes sustituyen la escritura japonesa por una mezcla del código alfanumérico, caracteres latinos, números e ideogramas chinos, con el fin de crear una nueva escritura 'secreta', con todo el debate que implica el 'correcto uso de la lengua'".

Los apocalípticos medios se han dado cuenta de este fenómeno y comienzan a trabajar en ello, para venderles productos y servicios a las revolucionarias muchachas japonesas.

Algo con lo que me quedo del artículo de Perelló es que no se rasgó las vestiduras por el gag de su serie favorita, en el que se involucra a una supuesta Universidad de México. Al contrario, fue muy generoso y condescendiente con esa ocurrencia de algún lego gringo.

“Pero, de todas maneras, aunque la fantasmagórica universidad es motivo de ridículo y mueve a la risa como parte del gran chiste en el que quieren convertir a nuestro país los vecinos septentrionales, el asunto, más allá de la legítima indignación, debería movernos a reflexionar”.

Guillermo Estrada A.
México, DF



Queridos lectores, cuídense, no se vayan a romper una pierna y después se quedan fuera de los movimientos estudiantiles (revolucionarios, contraculturales, subversivos, alternativos...).