Más de cien años duró la construcción de la catedral de Morelia... esta maravilla barroca se edificó entre 1660 y 1774. Sin duda, se trata del corazón del centro histórico de la capital michoacana y uno de los motivos por los cuales esta plaza fue declarada, en 1991 por la Unesco, Patrimonio Cultural de la Humanidad. Una ciudad que "en materia de promoción turística sigue en pañales"... afortunadamente, pues ello hace que se siga respirando un aire de provincia, de un extraño pueblo en el que hasta el pinche banco es bonito (imagínense un Bancomer en una casona colonial de cantera, con una fuente en el centro de su patio...).
Las torres de la catedral de Morelia son las de estilo barroco más altas de América: dos torres gemelas de 66.8 metros cada una.
El último gran muralista postrevolucionario fue michoacano, nació en Pátzcuaro, y su legado luce en los edificios de la administración pública de Morelia. Alfredo Zalce murió cuando tenía 95 años, el 19 de enero de 2003, día en el que volvió a ser feliz (llegó a Ítaca), pues años atrás perdió a sus hijos Xavier y Andrés (fallecidos en 1995 y 1999, respectivamente), así como a su pequeño nieto.
Los restos del Alfredo Zalce fueron cremados en el Panteón Jardíndes del Tiempo, en Morelia. Le sobrevive Beatriz Zalce. La siguiente imagen la tomé en el Palacio de Gobierno moreliano... ahí hay parte del maestro de Pátzcuaro, pero él está ahora con sus hijos, su esposa y su nieto.
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