lunes, 4 de febrero de 2008

Yo sobreviví al superjueves (parte I)

A Eloisa, por su nueva visión: global


El jueves me sentí víctima de la maldición china: Ojalá vivas en tiempos interesantes. Fue mi primer día de descanso de la semana, por eso quería alejarme lo más posible de la oficina, aunque siempre hay algo que me jala hacia el centro de la Ciudad de México, mis rumbos desde cuando me aceptaron en un periódico. Pero el día, o por lo menos lo chingón, no comenzó ahí, sino en la Fondesa, en la calle Nuevo León, a unas cuadras del Metro Chilpancingo.

Resulta que en la intersección de aquélla y Baja California hay una oficina del IFE, un módulo, y precisamente cuando iba pasando por ahí (eran más o menos las 8:30 de la madrugada… de la mañana) llegó una camioneta blindada de la Presidencia de la República (eso lo supe porque había varios reporteros, de esos que parecen Soldado Universal, con motocicleta y gafas oscuras incluidas —en realidad, ese outfit es de Terminator—, entre ellos uno de Cadena Tres al que le pregunté que qué pedo).

El caso es que me tocó ver cómo Margarita Zavala y el esposo (¿cómo se llama ese hombre bajito, moreno y que usa lentes casi imperceptibles?) llegaron con el fin de actualizar información en el H. H. Instituto Federal Electoral (porque ahora viven en Los Pinos, you know?). Pero no se crea que eso fue lo chido, no, es sólo el preámbulo de mi encuentro con mi correspondiente Ezra Pound, el Obi Wan Kenobi de este joven jedi.





8:40 am, veinte minutos suficientes para ir al banco y depositar toda la maldita quincena, a fin de que los vampiros no vengan a gritarme: ¡Neville, sal de ahí y paga la tarjeta de crédito! Lo hice en chinga, pues no sólo asaltan a esta empresa, además toman rehenes… aunque permiten que las víctimas se comuniquen por medio de celulares. De todas formas, bastaron diez minutos para realizar el trámite.



Roberto Bolaño está de moda, de supermoda. Varios de mis conocidos andan encandilados con su pluma, sobre todo mi amiga Eloisa… bueno, hasta el No estoy borracho (el clásico rebeldito niñobien, educado con series gringas que ve vía satélite… no por ello “inculto”) le ha dedicado tiempo a Los detectives salvajes (y jura que uno de sus libros favoritos es Rayuela).

Incluyo una ilustración del camarada No estoy borracho y que le haga como quiera, debe entender que la información de internet es pública, gratuita, común, compartible...




Debido a esa efervescencia por Bolaño, era inevitable encontrarme en aquel jueves, justamente, Los detectives salvajes en la mesa de Anagrama del Péndulo de la Fondesa. Le di un vistazo (debo confesar que no he leído nada del chileno naturalizado mexicano) y piqué el anzuelo: la historia de un muchacho con vocación de artista, pero con la obligación de ser abogado… como la vida del pintor amigo de Obi Musacchienobi, un artista caraderrabino que conocí minutos después de hojear tal libro… quien no se arrepiente de haber hecho lo que quiso.

Y ahí no paran las coincidencias.

El domingo se publicó, como el primer domingo de cada mes, la columna de Eduardo García, Café París, por ende, el sábado anterior tuve que revisarla. Se armó un minidesmadre con la recepción del texto, a causa de problemas de comunicación… sí, debo admitirlo, la molestia del maese Víctor me encabronó… todo fue culpa de Agustina, lo juro... no obstante, le mando un fuerte abrazo a Tina, pues sabemos que se trató de una pecata minuta.

Roberto Bolaño y Mario Santiago en la calle Regina fue el título. Les comparto unos párrafos:

“Bolaño hace parte y es símbolo de un grupo de escritores extranjeros nacidos más o menos en los 50, que bien podría llamarse la Generación sin Cuenta, llegados a México desde todos los países de Centro y Sudamérica e incluso de Francia, como es el caso de Frédéric-Yves Jeannet, Joani Hocquenghem e Iván Alechin, el hijo de Pierre Alechinsky, entre muchos otros. Otros nombres son el veracruzano Orlando Guillén (1947), el colombiano Marco Tulio Aguilera Garramuño (1949), los salvadoreños Manuel Sorto (1950) y Horacio Castellanos Moya (1958), el argentino Mempo Giardinelli (1948), también Premio Rómulo Gallegos, entre otros muchos más.

“… a Bolaño le debo la certeza de que a veces los derrotados salen ganando. Ambos iluminan a la Generación sin Cuenta mexicana desde los cielos, donde, sin duda, no dejan de sabotear y molestar a Octavio Paz.”





Hace tiempo le compartí a Javier, un camarada español, algunos textos y aproveché para preguntarle cuándo me visitaba, dijo que sí está en sus planes venir a México o, como él dice, Mejico...

"Pues sí, Omar, la realidad es poliédrica y el rollito del Rey y Chávez se puede ver de muchas maneras, incluso si eres español. Delicioso el título de tu blog (moleskin virtual), aunque a mí me pilla bajo de forma, pues me acaban de robar dos moleskins no virtuales (de verdad, físicas) con notas de los últimos dos años y estoy que no lo supero.

"Espero poder ir a Mejico pronto. Me apetece mucho. De momento me consuelo con literatura sobre Mejico (ahora estoy leyendo Los detectives Salvajes).Un saludo desde este lado del charco."

2 comentarios:

Pável dijo...

Crítica buscas y crítica tendrás. Hay acidez, de que la hay la hay. Pero más bien dan ganas de decir ¡Ay, Acidez!, y no como quien se queja de un PH hiriente, desafiante, sino con la desilusión de quien se quedó con las ganas de acidez de a deveras.

Te nos quedas a medias, Omarcito. No puedes evidencias que usas gafas y te gusta el estilo rebel/conservador de ciertas líneas de Pull. Que no se te note el oficio.

Y por favor deja de frecuentar la Fondesa, que a mi parecer es la fuente de todos tus vicios: los literarios y los no tanto.

矛盾 dijo...

la bolaño esta de moda desde hace un rato... que triste que las modas literarias no cambian con las estaciones...