martes, 19 de mayo de 2009

La crisis del agua se oculta bajo las faldas

Pico de Orizaba / Agencia Cuartoscuro

Por Omar Astorga

Publicado en Excélsior

En 2003, a 12 mil 400 kilómetros de México, en Asia central, se comenzaban a analizar los daños colaterales en los ámbitos social, económico e, incluso, político que provocaría el derretimiento de los glaciares en Kazajstán: grandes masas de hielo que cubren las zonas altas de las montañas que recorren cerca de dos mil kilómetros de la meseta tibetana.

Ya se había advertido de la desaparición sucesiva de tales cuerpos gélidos que alimentan ríos aprovechados por la agricultura y para el sustento comercial de la región. Pero fueron investigadores de la Universidad de Oxford, Inglaterra, quienes señalaron que el calentamiento global, acelerador del deshielo, acabaría con el motor de la economía de una sociedad: el agua. La advertencia sigue en pie.

Seis años después, y tras haber recibido en 2007 el Nobel de la Paz como parte del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, el doctor en física y ex director del Conacyt, Edmundo de Alba Alcaraz, reflexiona aquella realidad que, guardando las debidas proporciones, ha llegado a México.

De Alba Alcaraz explica que la desaparición de la nieve de volcanes como el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba provocará un endurecimiento en la competencia por el uso del agua en sus respectivas regiones: el sector agrícola se verá aún más amenazado por los requerimientos de líquido en las urbes.

Asimismo el fenómeno de los “migrantes ambientales ya está sucediendo desde hace tiempo en África. Aunque en nuestro país no se le ha señalado explícitamente, está comprobado que son las zonas en las que se presenta con mayor frecuencia episodios de sequía donde la tendencia de los habitantes es emigrar.”

Aun cuando en las faldas del volcán no se presentará un cuadro total de sequía, menguará el suministro de agua para uso agrícola, esta actividad económica disminuirá y, en consecuencia, “si el agricultor no puede sembrar, se va. Y uno de los efectos de esos impactos va a ser la migración. Recordemos que varias de las zonas de expulsión de los mexicanos hacia Estados Unidos han sido regiones que frecuentemente han sufrido sequía”.

La desaparición de los glaciares “es un indicador, probablemente el mayor, de que el cambio climático ya está con nosotros. Quizá el temor más considerable en cuanto a derretimiento de glaciares se da en los Himalayas, pues abastecen de agua a por lo menos la tercera parte de la humanidad. Su deshielo traería una catástrofe de dimensiones inimaginables”.

Yendo de lo general a lo particular, el también asesor del Instituto Nacional de Ecología aborda precisamente el impacto del cambio climático en la vida de la gente, un tema para el que las investigaciones nunca serán suficientes tomando en cuenta que se trata de un fenómeno irreversible y que, además, se ha acelerado debido al calentamiento global.

“Todos los fenómenos que el cambio climático origina tienen repercusiones sociales”, sentencia.

A fin de poder explicar la importancia de los glaciares, Hugo Delgado, doctor en Ciencias e investigador del Departamento de Vulcanología del Instituto de Geofísica de la UNAM, parte de que esas masas de hielo hacen las veces de un barómetro natural, “un excelente indicador climático porque, cuando el clima se hace más frío los glaciares se alimentan y crecen; si el clima se hace más caliente, los glaciares disminuyen. En ese sentido, al observarlos podremos tener una idea de cómo anda el clima en el planeta.

“Precisando aún más, un glaciar es un cuerpo de hielo perenne, es decir, a diferencia de la nieve, que se puede ir por acción del sol, aquél puede existir a lo largo de varios años. Hasta el (año) 2000 teníamos glaciares en el Pico de Orizaba, en el Popocatépetl y en el Iztaccíhuatl. Luego de ese año, desaparecieron los del Popo.”

Delgado Granados acota que está disminuyendo el tamaño de todos los glaciares del mundo, reflejo de lo que ocurre con la temperatura del planeta: tiende a aumentar. En el caso de las masas de hielo mexicanas, “una aceleración del deshielo se debe también a la actividad volcánica, el del Popocatépetl es un caso claro. El Iztaccíhuatl y el Pico de Orizaba, aunque no están en erupción, también tienen el tipo de calor que afecta a los glaciares”.

No obstante, la razón para pensar que el calentamiento global sí está acelerando el retroceso de los glaciares es la comparación entre el deshielo en el Popocatépetl y en el Iztaccí-huatl con el del Pico de Orizaba. “Es posible que en los dos primeros volcanes esté afectando la presencia tan importante del humano en el Valle de México y en el de Puebla”. En tanto que el Pico de Orizaba “está lejos relativamente de zonas industriales y densamente pobladas”.

La afectación a los sistemas de arroyo y mantos freáticos, provocada por el retroceso glaciar, será más patente durante el periodo de sequía, pues los glaciares “son una especie de cochinito, una alcancía de agua que ayudaba en la época de secas. Hoy en día este cochinito está desapareciendo”, explica Delgado.

“Posiblemente no lo notemos de inmediato, pero a la larga surgirá. Recordemos que en las zonas del Valle de México y en Puebla se extrae agua de pozos para uso de agua potable”, entonces la falta de esa reserva se notará en el día a día de la gente de la región.

El fenómeno paulatino del deshielo de glaciares lo aprovechan algunas especies animales. “En la medida en que comiencen a desaparecer la nieve y el hielo, puede elevarse localmente la temperatura y surgirá un ambiente menos inhóspito, tanto para flora como para fauna. De hecho esto ya lo podemos ver. Por ejemplo, en el Paso de Cortés —puerto montañoso ubicado entre el Popocatépetl y el Iztaccí-huatl— nunca veía una mosca, porque era un lugar muy frío. Hoy en día ya se les puede ver ahí. También se ven nuevos arbustos sobre la ladera, donde antes había rocas y nieve”.

La expansión del territorio de plantas y animales proseguirá porque, además de que en el Popo ya están extintos los glaciares, “los manchones de hielo que ahí permanecen eventualmente desaparecerán en unos cinco años”.

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