
La semana pasada, el sábado 19, fue el aniversario luctuoso de Octavio Paz… la cabeza obvia para ello: Diez años sin Paz. Así es, el poeta y ensayista mexicano falleció el 19 de abril de 1998… aún recuerdo los programas que Televisa transmitía por las noches en aquel entonces (en la madrugada, para ser más preciso), en virtud de la pérdida (atento lector, ya se habrá dado cuenta de que este espacio es pletórico de nostalgia)… su vida en varios spots.
El viernes 18 (sí, de 2008) cobró mucho sentido para mí Pasado en claro, el extenso poema en el que Paz se encuentra con su ayer, sobre todo la parte que le dedica a su madre, Josefina Lozano:
Mi madre, niña de mil años, madre del mundo, huérfana de mí, abnegada, feroz, obtusa, providente, jilguera, perra, hormiga, jabalina, carta de amor con faltas de lenguaje, mi madre: pan que yo cortaba con su propio cuchillo cada día.
Pero este asunto tiene otro final.
Por ahí de los setenta, el periodista español Joaquín Soler Serrano conducía el programa A fondo (1976-1981), en el que tuvo la oportunidad de entrevistar a figuras como Juan Rulfo, Salvador Dalí, Camilo José Cela y Jorge Luis Borges. Desde luego, también contó con Paz en el banquillo de los acusados.
Fue justamente Pasado en claro el punto de partida de la entrevista... cuando Soler Serrano le pregunta a Paz por el vínculo con su padre (quien también se llamaba Octavio), el lenguaje no verbal delata al entrevistado. Sin duda es un aspecto muy rico del video.
No obstante, el elemento que le dio una vuelta de tuerca a mi día, el pasado viernes 18 de abril, fue cómo concluye el asunto de la madre:
"En este poema hay toda esta idea de la madre española, un poco enlutada y, al mismo tiempo, infantil, porque estas madres venerables son un poco nuestras hijas de cierta manera (pan que yo cortaba con su propio cuchillo cada día)..."
1 comentario:
Nada, si quiere indulgencias vaya a pedir críticas a estudiantes de la Unitec, que esos sí, son capaces de perdonarlo todo.
Usted es un hijo de Polacas, no lo olvide. va bien, pero si sigue con esas muletillas se las verá conmigo.
Hermoso poema el de Paz.
Y a propósito, ¿ya se leyó Juan Soriano, niño de mil años, de Poniatowska?
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