lunes, 26 de mayo de 2008

La palabra canta



Entre lo más interesante que he leído estos días aciagos está la tesis de mi amigo Cristóbal. El planteamiento del problema es certero: ¿Acaso los programas tendientes a incentivar la labor académica modifican no sólo el telos de los profesores, sino su ethos?



El asunto lo delimita abordando únicamente el Programa de Primas al Desempeño del Personal Académico de Tiempo Completo (PRIDE).

Entre los conceptos clave que emplea en esta crítica está el de "discurso", elemento que por sí solo ha generado muchos estudios. Cristóbal recurre a la teoría del lingüista James Paul Gee, quien define al discurso "como las formas de hablar, escuchar, leer, interactuar, creer, valorar y utilizar herramientas y objetos, en escenarios concretos y momentos específicos para desplegar o reconocer una identidad social determinada".

En términos llanos, el discurso es una forma de ver las cosas; resulta, incluso, un estilo de vida.

"Cada una de las acciones de los sujetos es una práctica social que en su conjunto conforman un discurso que permite a los individuos ser una clase distinta de gente, de acuerdo con el contexto donde se desenvuelve", dice Cristóbal.

Más que un conjunto de palabras... se trata del significado y el sentido que le das a tus palabras. Por ello se llega a hablar de un discurso oficial, o sea, la versión que un gobierno tiene de los hechos.





Con base en ello explica que el discurso del PRIDE ("de la excelencia") es el de "las políticas que pretenden ubicar a las universidades públicas mexicanas como las maquiladoras y formadoras de recursos humanos técnicos para las funciones de las corporaciones industriales y de servicios". ¡Zas!

Además emplea otros conceptos desconcertantes: representativo y significativo.

Hace unas semanas en la redacción valorábamos una nota sobre lo que en Wikipedia se dice del gobernador de Jalisco, Emilio González Márquez.

La enciclopedia en línea le da mayor peso a los escándalos que Etilio ha generado debido a su vocabulario que a otros asuntos. Mi argumento para incluir la información fue que tales datos no son representativos, al no ser resultado de una investigación cuantitativa y no pertenecer a una muestra, pero sí significativos debido a que inciden en los cientos de cibernautas que accedan al sitio.

Finalmente se decidió no publicar la nota.

Es significativo aquello que revela la parcialidad de un todo. Representativo resulta lo que puede usarse como modelo, lo que te sirve para generalizar sobre algún conjunto.

Por cierto, llama la atención la reticencia hacia Wikipedia. León Krauze le ha dedicado espacio a este debate en el programa Hoy por Hoy. El acervo de Wikipedia está creciendo junto con la cantidad de personas que la consultan, sin duda ahí hay un objeto de estudio, pues algo está ocurriendo que cambia los referentes de la gente. No podemos negarnos a estos fenómenos.




En este blog ya había abordado el tema del discurso, específicamente el de dominación que impera en el ámbito laboral... Supongo que el título de este post generó ciertas expectativas que nada tienen que ver con lo hasta aquí planteado, así que no quiero decepcionar a un amplio sector de mis lectores, uno significativo:




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¡Qué mal escriben los politólogos! Creen que por incluir criptotérminos ya carecen de pobreza de lenguaje... bueno, desconocen el significado de muchas de las palabras que emplean (válgame Dios, creer que "festinar" es lo mismo que "festejar" o que un sinónimo chingón de "superficial" es "superfluo"... es más, una sencillita: usar indistintamente exhorto y exhortación).

Es increíble cómo les gusta utilizar palabras innecesarias (y reproducir una sintaxis pendeja) sólo porque asumen que así sus ideas se escucharán más mamonas...

Parafraseando a los maestros Galarza, Gonsen y Torres: Verdad es que hay quienes son pendejos y valen verga...



2 comentarios:

Pável dijo...

Ay, usted no se haga, que de cuando en cuando también se sube al pony de la grandilocuencia y desde ahí, pero con look de postadolescente desenfadado, recita su pero rata.

Pero rata.

Perro rata.

Es bonito jalarle los bigotes al idioma, hacerle manita de puerco y ya cuando le salen las primeras lagrimitas, abrazarlo y recordarle que somos compas, que nos llevamos pesado pero nos queremos bien.

Anónimo dijo...

eres muy gay, neta.