sábado, 27 de octubre de 2007
viernes, 26 de octubre de 2007
Hado
¡¿No habías leído a César Aira?!, me preguntó el maestro Víctor Torres cuando le dije que llegó a mis manos Un episodio en la vida del pintor viajero, de un autor que, para ese entonces, desconocía: el buen Aira.
En ese libro el personaje es el artista alemán Johann Moritz Rugendas quien, como Humboldt (par de trolos... trolísimos), quedó maravillado con los ecosistemas de América. Vivió en varios países del cono sur y, por supuesto, en México. En carboncillo plasmó infinidad de situaciones de los nativos americanos y así contó historias. Parte de su obra permanece en el Palacio de Iturbide, en la calle Madero (mi favorita del Centro Histórico).

Aira elige narrar el viaje que el alemán realizó rumbo a Argentina, atravesando la cordillera en camino desde Chile, en 1837. Rugendas pensaba que sólo allí podría desarrollar al máximo su arte, debido al "vacío misterioso" de las pampas. Esta ilusión lo llevó hasta un destino dramático que lo marcó para toda su vida.
"La tormenta se manifestó de pronto con un grandioso relámpago que llenó todo el cielo, trazando una zigzagueante herradura. Tan bajo corrió que la cara alzada de Rugendas, congelada en un gesto de estupor idiota, se iluminó toda de blanco. Creyó sentir su calor siniestro en la piel, y las pupilas se contrajeron hasta casi desaparecer. El derrumbe imposible del trueno lo envolvió en millones de ondas. El caballo bajo sus piernas empezó a girar. No terminaba de hacerlo cuando le cayó un rayo en la cabeza."
Yo no podré llegar (por lo menos en un corto plazo), Rugendas no llegó (sólo en ese momento, pues, a pesar de los rayos [fueron dos los que le cayeron], cumplió su propósito) y mi vecino pronto estará allá (¿será París?, yo creo que sí).

Ahora estoy con La costurera y el viento, también de Aira, que me da claves para entender por qué César quiere tanto a su personaje Rugendas, al grado de que le perdona, no sólo su visión eurocentrista, sino el placer que le brinda presenciar una revuelta indígena (un malón), a pesar de las muertes que ello implica. Lo exime de toda culpa.
miércoles, 24 de octubre de 2007
Tras los pasos del científico
La desaparición de Majorana
¿Le has visto? “Treinta y un años, 1,70 de estatura, delgado, moreno de pelo, ojos oscuros, larga cicatriz en el dorso de la mano”… es un físico siciliano prominente que ha realizado investigaciones acerca de la estructura del núcleo atómico y, específicamente, de la fisión nuclear (su conocimiento es un arma mortal).
Se sabe (con cierta incertidumbre) que “el 25 de marzo (1938), a las diez y media de la noche salía de Nápoles para Palermo a bordo del barco correo”. Nadie ha brindado datos precisos sobre su paradero. Su nombre es Ettore Majorana.
Leonardo Sciascia va tras los pasos del científico para mostrarnos nuevamente los intríngulis de lo que suena a una historia sencilla: alguien, por medio de un par de cartas, anunció su suicidio, sin embargo, existen pruebas de que el sujeto no llevó a cabo el plan (pues, según explicó en otra misiva, el mar lo rechazó)… pero sí desapareció.
Es en la sicología de Ettore Majorana y, sobre todo, en su trayectoria, tan relevante en la Italia de entreguerras, que hasta Mussolini insistió en buscar al físico, donde Sciascia encuentra lo periodístico del asunto, el nudo de esta pequeña novela.
Como varios autores hicieron para novelar algún hecho real (me vienen a la mente Flaubert, César Aira…) Sciascia construye escenarios teniendo a mano información exhaustiva y se asume como narrador deficiente (contrario al omnisciente), pues él también formó parte de la búsqueda, una con más suerte que la de la policía italiana de principios del siglo XX, hasta llegar a cierto convento cartujo donde desistió de su búsqueda, ¿por qué?
Por Omar Astorga
Ficha técnica
La desaparición de Majorana
Leonardo Sciascia
120 páginas

Se publicará el sábado 27 del presente, en la sección Comunidad de Excélsior.
Las reglas del juego... sucio
Invención del sistema político mexicano. Forma de gobierno y gobernabilidad en México en el siglo XIX.
¿Qué son las instituciones?, ¿hay alguna diferencia entre régimen y sistema políticos?, ¿por qué ambos conceptos se han empleado indistintamente?, preguntas con las cuales Luis Medina Peña inicia la explicación de la cultura política del México del siglo XIX y principios del XX.
Han surgido teorías que pretenden explicar los procesos políticos a partir de las elecciones “racionales” de los actores. Sin embargo, dichos andamiajes dejan de lado los referentes histórico-personales que también le dan sustento a la toma de decisiones, es decir, los aspectos culturales que han permeado en la racionalidad del individuo.
Luis Medina Peña encuentra en las reglas del juego, tanto las escritas como las no escritas, un barómetro certero de la política y, por ende, de la sociedad de una época, pues son éstas (las reglas, es decir, las instituciones): “concreciones en momentos determinados del flujo histórico de los valores dominantes en la sociedad y entre los actores sociales, económicos y políticos más importantes”.
Por ello Medina Peña se remonta al nacimiento y la consolidación del primer sistema político mexicano, que se dio mediante la búsqueda acuciosa del régimen ideal, por conducto de la Constitución como panacea.
Es la combinatoria de régimen (reglas formales), sistema (reglas no formales) y actores políticos (grupos y organizaciones) la ecuación que aporta el neoinstitucionalismo, la carpintería que se le agradece a Medina Peña para refutar a los partidarios del rational choice.
en el siglo XIX

Se publicará el sábado 27 del presente, en la sección Dinero de Excélsior.
Don't let da troubles shake you...
VOLVIÓ LA HISTORIA DE RIP VAN WINKLE. ¿QUÉ MALDITA DIFERENCIA HAY ENTRE 3% Y TRES POR CIENTO Y DESDE CUÁNDO LAS FALTAS DE ORTOGRAFÍA SON PARTE DE UN "ESTILO" (SILENCIO QUIENES PENSARON EN CHIN, CHIN EL TEPOROCHO Y LOS AUTORES DE LA ONDA)? LOS BANCOS SE CREEN JESUCRISTO, QUIEREN MULTIPLICAR LOS INTERESES Y COBRARTE EL AGUA COMO SI FUERA VINO.
ME URGE AZÚCAR... TAMBIÉN COLORES...
domingo, 21 de octubre de 2007
Así me dejás
Platica que sus gustos musicales los formó gracias a la influencia de sus abuelitas. Me ocurrió igual.
Corría la década de los ochenta cuando mis papás llevaban a mi hermana Úrsula al hospital y me encargaban con mi abuelita Luisa. No había día en el que dejara de poner, por lo menos una vez, su casete de los éxitos de Leo Dan (sí, para ese entonces el cantante argentino ya tenía varios hits).
Así que, shorarás, shorarás, por tu capricho...
viernes, 19 de octubre de 2007
Y me dijeron pijo
Sin duda, para esta exégesis imaginé lo que el magíster Víctor Zúñiga me preguntaría con el fin de aprender algo de mí. Diviértanse, ahí les va...
El término "pijo" se emplea popularmente para designar a las personas sibaritas (individuos dados a placeres y los regalos), a las cuales además les gusta hacer ostentación.
Veamos unos prácticos consejos, a modo de preguntas y respuestas, para ser un buen pijo.
¿Cómo debo vestir? Bien y caro. Toda tu ropa y complementos personales han de ser de marcas de contrastado prestigio internacional. Viste prendas con el logotipo bordado en un sitio muy visible para el resto de los mortales. Y, por supuesto, presume del precio de todo lo que te compras. Recuerda que eres un pijo.
¿Mi reloj también ha de ser caro? Naturalmente, el segundo fin de un reloj es marcar la hora; el primero, que los demás sepan que has dado una buena lana por él.
¿Y mis lentes? Con los lentes, complemento muy llamativo, se tienen que aplicar los mismos criterios que con el reloj: lo primero es lucirlos y lo segundo es que te corrijan tu miopía.
¿Puedo usar lentes de contacto? Sí, pero no te olvides de mencionarlo en cada reunión de amigotes, no vaya a ser que no se den cuenta de que los llevas.
¿Mis apellidos deben ser inusuales? Obvio, sí. Sólo piensa en los de los analistas de los principales diarios: Zuckermann, Silva-Herzog, Aziz Nassif y deja de preguntar tonterías.
¿Debo cuidar mi cuerpo? Indudablemente, los salones de belleza han de ser tu segunda casa. Si tienes ceja de Frida Kahlo, ya sabes lo que te toca hacer.
¿Qué hay de la belleza interior? Ésa es para los feos, tú eres un pijo.
¿Cuál debe ser mi forma de hablar? Aún no estás para saber eso, pues no has viajado por el mundo. Concéntrate en el léxico, en las frases: "obvio", "o sea", "jelou"; el prefijo "súper" es básico (superbásico) "y así..."
El celular es obligatorio, ¿no? Sin lugar a dudas, lo has de llevar siempre prendido, incluso en el cine (imagínate las importantes llamadas que te puedes perder si lo apagas durante la película).
¿Qué pasa si nadie me llama? Pues que tus amigos empezarán a reírse de ti. Arréglatelas como puedas para que no tenga lugar esa tan lamentable circunstancia.
¿Es obligatorio poseer muchos equipos electrónicos (DVD, equipo de música, etcétera)? Me gusta que me hagas esa pregunta. Evidentemente, no son tan importantes como la ropa o el cel, dado que, por ejemplo, un reproductor DVD no lo llevas puesto por la calle, pero si pretendes invitar a tus amigos a tu casa, es muy importante que vean que posees muchos de estos artilugios y todos de buena calidad.
Pero, a la hora de comprarlos, ¿cómo sé cuáles son mejores y cuáles peores? Me pierdo en la primera página de los catálogos. No te preocupes, limítate a elegir un equipo caro de una marca conocida.
¿Qué modelo de coche debo conducir? Buena e interesante pregunta. No hace falta que vayas en limusina, pero tampoco te las quieras dar de niño rico guiando un Corsa. Sólo gasta, elige un modelo ca-ro.
¿Estoy obligado a ir a esquiar? Sí, ¿cuándo has visto a un pijo que no lo haga? ¿Que no te gusta?, ¿que te parece un estúpido deporte?, qué más da, ve de vez en cuando.
¿Puedo meterme a un gimnasio? Sí, ya que el atuendo deportivo, con tanta marca, va muy bien con el mundo pijo.
¿Bajo qué criterios he de elegir a mi pareja? Puedes emplear los criterios que quieras, la única restricción es que todas ellas han de ser de un nivel económico alto y con actitud acorde a la apariencia.
¿Cuál debe ser mi círculo de amistades? Pues, si eres un poco listo, tu círculo de amistades debe estar formado por individuos más pudientes que tú.
¿He de enterarme del precio de los regalos que me haga mi pareja? Sí y, además de eso, debes pregonarlos a los cuatro vientos.
¿Y he de decir a los demás los precios de los regalos que yo hago? Obviamente, sí, ¡maldición!
La vida de un pijo es un derroche. ¿Tengo que invitar a mis amigos? O sea, jamás. Una cosa es ser pijo y otra es ser pendejo; cada quien que se pague lo suyo.
¿Debo ser delicado? Un buen pijo ha de serlo, acostúmbrate a pronunciar la frase ¡qué asco!, cada vez que veas algo que no te gusta. No comas cualquier comida y no se te ocurra llevarte tu lunch a una excursión, ¿para qué están los restaurantes caros?
¿Debo viajar? Sí, para después presumirlo.
¿Puedo desplazarme en camión? El autobús es un medio de transporte totalmente vulgar y guajolotero. Que no me entere de que lo utilizas.
¿Me debe interesar la política? ¿Por qué tendría que interesarte, acaso no sabes que la mayoría de los políticos son pijos, sobre todo los del PAN?
¿Qué pasa si me he criado en un barrio humilde? Avergüénzate de ello, cállatelo. Tú no eres un político al que le dé prestigio el haber estado preso en tiempos de Díaz Ordaz o el haber pasado hambre (suponiendo que exista algún político que haya tenido el estómago vacío alguna vez, quitando a Mahatma Gandhi y a pocos más); tú eres un pijo, tenlo siempre presente.
Ser pijo sale muy caro y yo no vengo de familia adinerada, ¿cómo puedo afrontar tanto gasto? Pues como hacen miles de tontos que están en tu misma situación: viviendo con el agua al cuello.
¿Qué pasa si todos mis bienes están a la altura pija, pero vivo en un departamento de mierda? Es otra muy frecuente circunstancia; lo que debes hacer es no invitar a tus amigos a tu casa. Si la situación se vuelve insostenible, hipotécate para comprar una casa de acuerdo con el nivel de vida que quieres aparentar.
Y, para finalizar, quién mejor que un pijo reconocido, hecho y derecho...
jueves, 11 de octubre de 2007
Doble contra sencillo...

Hace poco platiqué con un amigo en común y coincidimos en que Mau tiene el espíritu de un periodista de la vieja escuela y está dotado con las mejores herramientas de su generación. Es investigador nato y un devorador de libros. Le entra a la creación literaria y, sin duda, disfruta del chacaleo, de la búsqueda de la nota. Posee técnica y método.
Hay quien dice que lo veo como a un hermano menor o mi alumno constante. Para nada. La charla con Mauricio es entre iguales.
Sin duda, compartimos referentes, pero es debido a su crítica límpida que en verdad disfruto perder un debate frente a él. Claro, su charla exige conocimientos, información, sin embargo, no es un examen en el que el fin sea chingar al otro. Mau está más allá del bien y del mal.
En verdad que jamás he visto en él dejo alguno de arrogancia. A sus 22 años ya es coeditor en la sección de Opinión de uno de los mejores periódicos del país. Le han publicado notas, reportajes y entrevistas. Además, próximamente sus cuentos serán reconocidos y remunerados.
Agradezco su amistad, pues ha seguido con atención y paciencia la cadena de estrés que padezco en la chamba, a lo que le llamo el síndrome Caín-Abel.
Como yo, sabe de lo absorbente del bendito oficio del periodista y que no hay horarios o días de descanso inamovibles.
Todavía su esfuerzo no gira únicamente en torno al dinero, quiero aprender eso. Aunque quizás él debe aprender a sacarle jugo a las relaciones públicas. Apuesto a que ya le hubieran publicado sus cuentos de saber oprimir los botones indicados.
Mau es firme, es tierra fértil que ya empieza a dar grandes frutos.
Lean su cuento Anécdota matutina, http://mautorresc.blogspot.com/
Por cierto, quizá a alguien le generó curiosidad la frase con la que comencé este post. Así es la que espetó Steven King: "He visto el futuro del horror y su nombre es Clive Barker".
miércoles, 10 de octubre de 2007
Músicos, poetas y locos...

martes, 9 de octubre de 2007
Quiero comprarme un jersey a rayas
También en ese entonces estábamos adelantando nuestro proyecto final para la clase de Historia de México (Dios los hace y ellos se juntan, sí, soy muy nerd), con Porfirio Toledo Delgado; yo lo hice sobre el diario La Orquesta, el primero con ilustraciones en México. Acudíamos a la Biblioteca Nacional a solicitar los ejemplares originales de los medios requeridos, ahí Venecia me enseñó que the love will bring us back, pues a veces me moría de sueño y ella llevaba música para prenderme... Little scare, de Benjamin Diamond, se volvió nuestra canción.
domingo, 7 de octubre de 2007
sábado, 6 de octubre de 2007
viernes, 5 de octubre de 2007
Don Goyo... Samsa
Cual si hubiera adquirido una enfermedad... "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto".
No me he enfermado últimamente, pero sí me extrajeron la muela del juicio (lo que causa un dolor que literalmente te vuelve insensato, te quita el juicio), debido a ello, esta atalaya no había sido actualizada.
Sentí la fragilidad que Gregorio Samsa percibía en sus nuevas articulaciones, esas patitas que en un principio no podía controlar... "cerró los ojos para no tener que ver aquel rebullicio de las piernas, que no cesó hasta que un dolor leve y punzante al mismo tiempo, un dolor jamás sentido hasta aquel momento, comenzó a aquejarle en el costado".
El vínculo entre los integrantes de la familia Samsa es muy parecido al de los Kafka, por ejemplo, la cercanía con la hermana.
"De haber siquiera podido Gregorio conversar con su hermana; de haberle podio dar las gracias por cuanto por él hacía, le hubieran sido más leves estos trabajos que ocasionaba, y que de este modo tanto le hacían sufrir. Sin duda, la hermana hacía cuanto podía para borrar lo doloroso de la situación, y, a medida que transcurría el tiempo, iba consiguiéndolo mejor, como es natural".
Por cierto, debo agradecer a mi hermana Úrsula, pues ha sido mi Grete cuando realmente me siento mal y no queda de otra sino descansar y contemplar el techo del cuarto. En el momento que comenzó el maldito dolor por la muela, casi le grité furioso para que fuera a comprarme un analgésico. Perdón.
Pero los seres humanos no somos apóstoles y ella también se fastidia, sobre todo cuando le suplico que vele mi sueño, le cambie, cada 15 segundos, a la estación de radio o me prepare un jugo... también soy una lata con los tomos de las enciclopedias.
"-Queridos padres- dijo la hermana, dando, a modo de introducción, un fuerte puñetazo sobre la mesa-, esto no puede continuar así. Si vosotros no lo comprendéis, yo me doy cuenta de ello. Ante este monstruo, no quiero ni siquiera pronunciar el nombre de mi hermano; y, por tanto, sólo diré esto: es forzoso librarnos de él. Hemos hecho cuanto era humanamente posible para cuidarle y tolerarle, y no creo que nadie pueda, por tanto, hacernos el más leve reproche".
¿Qué piensa quien ha dedicado mucho a tiempo a cuidar a un familiar que padece alguna enfermedad mortal; cuando ha dejado de hacer otras actividades por estar pendiente de alguien que inevitablemente morirá?
La experiencia más parecida a esto fue cuando se accidentó por primera vez mi papá. Su recuperación resultó rápida y durante ese lapso no quería separarme de él, como Grete, me sentí el indicado para atenderlo. Sí, su aspecto no era normal, pero eso no importó... siempre estuve cerca de él.
"Aquella grave herida, de la cual tardó más de un mes en curar, pareció recordar, incluso al padre, que Gregorio, pese a lo triste y repulsivo de su forma actual, era un miembro de la familia, a quien no se debía tratar como a un enemigo, sino, por el contrario, guardar todos los respetos..."
Pero mi reducción a bicho debido a los estragos de la extracción de la muela no ocurrió con mi familia, sino en mi segunda casa (¿o se está volviendo la primera?)... y de ello me di cuenta el jueves.
Franz Kafka murió de tuberculosis el 3 de junio de 1924, de una enfermedad contagiosa que en los inicios del siglo XX no tenía cura.