viernes, 5 de octubre de 2007

Don Goyo... Samsa

Hay tantas interpretaciones de lo que Franz Kafka quiso dar a entender en La metamorfosis como seseras (mas no cabezas) que la han leído.

Cual si hubiera adquirido una enfermedad... "Al despertar Gregorio Samsa una mañana, tras un sueño intranquilo, encontróse en su cama convertido en un monstruoso insecto".

No me he enfermado últimamente, pero sí me extrajeron la muela del juicio (lo que causa un dolor que literalmente te vuelve insensato, te quita el juicio), debido a ello, esta atalaya no había sido actualizada.

Sentí la fragilidad que Gregorio Samsa percibía en sus nuevas articulaciones, esas patitas que en un principio no podía controlar... "cerró los ojos para no tener que ver aquel rebullicio de las piernas, que no cesó hasta que un dolor leve y punzante al mismo tiempo, un dolor jamás sentido hasta aquel momento, comenzó a aquejarle en el costado".

El vínculo entre los integrantes de la familia Samsa es muy parecido al de los Kafka, por ejemplo, la cercanía con la hermana.

"De haber siquiera podido Gregorio conversar con su hermana; de haberle podio dar las gracias por cuanto por él hacía, le hubieran sido más leves estos trabajos que ocasionaba, y que de este modo tanto le hacían sufrir. Sin duda, la hermana hacía cuanto podía para borrar lo doloroso de la situación, y, a medida que transcurría el tiempo, iba consiguiéndolo mejor, como es natural".

Por cierto, debo agradecer a mi hermana Úrsula, pues ha sido mi Grete cuando realmente me siento mal y no queda de otra sino descansar y contemplar el techo del cuarto. En el momento que comenzó el maldito dolor por la muela, casi le grité furioso para que fuera a comprarme un analgésico. Perdón.

Pero los seres humanos no somos apóstoles y ella también se fastidia, sobre todo cuando le suplico que vele mi sueño, le cambie, cada 15 segundos, a la estación de radio o me prepare un jugo... también soy una lata con los tomos de las enciclopedias.

"-Queridos padres- dijo la hermana, dando, a modo de introducción, un fuerte puñetazo sobre la mesa-, esto no puede continuar así. Si vosotros no lo comprendéis, yo me doy cuenta de ello. Ante este monstruo, no quiero ni siquiera pronunciar el nombre de mi hermano; y, por tanto, sólo diré esto: es forzoso librarnos de él. Hemos hecho cuanto era humanamente posible para cuidarle y tolerarle, y no creo que nadie pueda, por tanto, hacernos el más leve reproche".

¿Qué piensa quien ha dedicado mucho a tiempo a cuidar a un familiar que padece alguna enfermedad mortal; cuando ha dejado de hacer otras actividades por estar pendiente de alguien que inevitablemente morirá?

La experiencia más parecida a esto fue cuando se accidentó por primera vez mi papá. Su recuperación resultó rápida y durante ese lapso no quería separarme de él, como Grete, me sentí el indicado para atenderlo. Sí, su aspecto no era normal, pero eso no importó... siempre estuve cerca de él.

"Aquella grave herida, de la cual tardó más de un mes en curar, pareció recordar, incluso al padre, que Gregorio, pese a lo triste y repulsivo de su forma actual, era un miembro de la familia, a quien no se debía tratar como a un enemigo, sino, por el contrario, guardar todos los respetos..."

Pero mi reducción a bicho debido a los estragos de la extracción de la muela no ocurrió con mi familia, sino en mi segunda casa (¿o se está volviendo la primera?)... y de ello me di cuenta el jueves.

Franz Kafka murió de tuberculosis el 3 de junio de 1924, de una enfermedad contagiosa que en los inicios del siglo XX no tenía cura.

5 comentarios:

Pável dijo...

¡Ya era hora, Omarcillo!

Ahora sí, a lo que nos truje:

No sé que sea más alarmante, si tu ego que se dispara a niveles siderales al compararte con un personaje elaborado por el genio kafkiano, o de plano tu bajísimo umbral del dolor, haciendo de la extracción de un molar toda una zambullida por los límites del sufrimiento humano.

No mamey, que hay maguey. Ya te quisiera ver pariendo. No te azotes, que hay chayotes.

Pável dijo...

Vemos, probando, probando...

Pável dijo...

Listo!

Anónimo dijo...

Verdugo viernesino, querido editor: no sabe cómo disfruto tu espacio. Primero porque comunicarme con usted me haces sentir vigente. Ya se lo dije. Pero también, y eso es más importante, porque también es un editor de los clásicos, un lector que comparte su lectura con los otros, abriendonos nuevas puertas. Me fascinó Goyo Samsa. Y siento mucho lo de su juicio. Pero vale la pena perderlo, sobre todo si se es tan intenso para vivir, como veo que suele ocurrirle, casi siempre. besos ivonne

miss comet dijo...

fue cirugía? te cortaron hueso? no te inyectaron antes?

el libro me lo regaló mi papá y no porque le gustase,sino porque yo se lo pedí...desde entonces no amo a las cucarachas pero cuando me encuentra una, le tengo más consideración.pff.
pobrecitas hojuelitas rellenas de masita amarilla,ew.