viernes, 28 de septiembre de 2007

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En virtud de que no apareció mi nombre junto a mi reseña, aquí se las dejo... espero sus críticas:

He pasado al siguiente nivel de mi nuevo videojuego, La posrevolución. 1930, ahora la misión es eliminar al villano que nos robó los comicios, Pascual Ortiz Rubio, e impedir que sus secuaces implanten “la era de los fraudes electorales”. He llegado hasta la ceremonia de su toma de posesión y sólo tengo una oportunidad para dispararle, con el arma que elegí, en la mandíbula.


Sin embargo, mis amigos de la escuela que ya han terminado este nivel tan largo, el Maximato, me dicen que Ortiz Rubio es sólo el subjefe, que después de la misión del 5 de febrero de 1930 me enfrentaré al poderoso general Plutarco Elías Calles.


La posrevolución no es, por desgracia, el nombre de un videojuego, sino el de un nuevo intento por acercar a los niños a la historia del México de principios del siglo pasado. Esta hermosa obra cuenta con dos grandes aciertos: las ilustraciones y el uso de un lenguaje sencillo.


No obstante, en plan de libro de texto oficial (mas no gratuito), olvida colocar al niño como parte del proceso histórico, es decir, ¿cómo y por qué el chavito se relaciona con los hechos?


Un ejercicio primigenio es también quitar el carácter de histórico (que deviene en mítico o legendario) a los personajes y a los sucesos y exaltar las cualidades que al niño le puedan resultar más febriles, darle vida a los detalles (pues, según Flaubert, en ellos anda Dios). Por ejemplo, el asesinato de Álvaro Obregón, del Vencedor de Pancho Villa, resulta realmente un escenario perverso y polimorfo del cual se puede extraer mucho material (el falso caricaturista le disparó con el arma tal, importada de Europa, y su rostro cayó sobre un plato de mole rojo ante la vista atónita de los comensales…).


Sí, es cierto, lograr que los chavitos simpaticen con tal o cual personaje puede implicar una labor maniquea (buenos y malos, héroes y villanos) acerca de un poliedro, sin embargo, esto será el gancho para que después, con otras lecturas, lo analicen y no sólo lo califiquen, incluso que le den nombre: parido por la revolución, amamantado durante el Maximato y educado en el PNR por Plutarco Elías Calles, y se llama Artemio Cruz.

Ficha del libro

Autor: Carlos Silva
Editorial:
NOSTRA EDICIONES
Sección:
Biografías e Historia
Edición

Año:
2007
País:
MEXICO
Colección:
HISTORIAS DE VERDAD


Ni modo, el que no se mueve... no ve su nombre publicado.

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