viernes, 28 de septiembre de 2007

Such is life in banana republic...



...o las bondades del capitalismo foráneo. Ese fue el título de la primera entrega de la columna de Omar Feliciano, una palestra con "humor, arrebato, desfachatez e ironía".

Omar es un creador exigente: demanda tiempo ("venir a saludarme no es juntarte conmigo", dice) y requiere que sepas oír, leer y aprender. Sus textos no son fáciles, son un alud de información, datos, palabras raras. Sobre este último punto, él encarna al lenguaje, a ese ente vivo que día a día se transforma, que fluye y, como el agua, se hace a la manera del recipiente que la contiene (con el riesgo de romperlo), sí, Omar es agua.

Les comparto la ola con la que revolcó a una de sus más recientes víctimas. Desde luego, el texto pasó por hojalatería y pintura, mi buen oficio de corrector. También les dejo la liga para que encuentren el artículo al que hizo pomada, de un autor reconocido y gurú de los televisos.

http://www.letraslibres.com/index.php?art=12229

Comentario de Omar Feliciano. Escrito el 24 de julio de 2007.

Espero que la redacción (de Letras Libres) publique una disculpa por este artículo lleno de lugares comunes, cuestiones añejas, traición a la lengua japonesa y un orientalismo burdo. Me parece increíble que, teniendo entre sus colaboradores a un profundo conocedor de la cultura y la realidad japonesas como Aurelio Asiain, permitan que un lego escriba cualquier cosa, basado en segundas fuentes y libros de hace 20 años. Esto tiene la calidad de un artículo de revista universitaria escrito por un turista que llevaba en su maleta un libro sobre Japón —de algún autor europeo— y con las visiones de Lost in translation.

Generalizar a Japón mediante el famoso cruce de Shibuya es como generalizar a los mexicanos por haber comido en la Condesa. Cada distrito de Tokyo funciona de facto como una ciudad independiente y diferentes subculturas encuentran su nicho en distintas áreas de la ciudad. Desde el Loft, el antro punk en el corazón del distrito Rojo, hasta las lolitas góticas en Harajuku, las yamamba en Shibuya o los otaku en Akihabara.

Nombrar a Mishima es ignorar la vitalidad de la literatura japonesa (Murakamis y Bananas aparte). La magna obra de la ciencia ficción erótica de Numa Shozo permanece (y permanecerá) sin traducirse. Aunque vale la pena decir que El ganado humano ya está disponible para los lectores de francés. Sólo por nombrar un autor publicado desde los años setenta.

La imagen de jóvenes haciendo videoconferencia en Shibuya es un lugar común del Japón hipertecnológico. Actualmente pertenezco al Seminario de Culturas Juveniles de la Universidad de Artes Liberales de Tokyo. Justamente hoy el profesor Asano citaba una de las últimas investigaciones sobre el uso de celulares entre los jóvenes: se han convertido en máquinas destinadas a enviar mensajes electrónicos y accesar a internet. Las compañías telefónicas están reorientando sus estrategias de mercadotecnia ante la evidente caída de los celulares en tanto teléfonos. Si no lo usan para hablar, menos para hacer videoconferencias. El celular tiene otros impactos, por ejemplo, en el lenguaje.

Recientemente ha surgido la tendencia del gyaru-moji o letras de niñas. Las jóvenes sustituyen la escritura japonesa por una mezcla del código alfanumérico, caracteres latinos, números e ideogramas chinos, con el fin de crear una nueva escritura “secreta”, con todo el debate que implica el “correcto uso de la lengua”. Claro, esto es algo que pasa desapercibido para quien no es capaz de distinguir el significado de una palabra, mucho menos navegar en los blogs de los jóvenes japoneses.

En este artículo no veo los problemas actuales del Japón, es decir, el enjo kousai (la cita compensada o prostitución adolescente); los problemas de migración e identidad étnica en una sociedad cada vez más multicultural; el amakudari o la específica forma de corrupción japonesa; los NEET o no empleados en educación o capacitación, y finalmente los working poor, que, aun contando con un trabajo, no alcanzan a cubrir sus necesidades. Mucho menos leo sobre los hikomori, los jóvenes que se retiran de la sociedad a la seguridad de la casa, o los suicidios debido al hostigamiento en las escuelas, cuando la secretaría de educación recibió cartas amenazando con suicidios si no se ponía remedio a la situación de hostigamiento en el ambiente escolar. Sobra decir que hubo un par de niños que cumplieron sus advertencias, después de que el secretario de educación minimizó los cuestionamientos. Mucho menos veo una discusión sobre las elecciones actuales, donde vemos a candidatos tales como una lesbiana que propone un acuerdo de convivencia para parejas o a una persona que vive con VIH, quien pide un ajuste de cuentas para los funcionarios corruptos que favorecieron la infección de cientos de pacientes hemofílicos.

Finalmente, pero no menos importante, la errónea traducción de sakurazensen, con un tufo de orientalismo burdo. 桜前線 se traduce como "frente de cerezos en flor", donde zensen o frente tiene el mismo sentido en palabras como 寒冷前線 kanreizensen o frente frío, 寒帯前線 kantaizense o frente polar, 温暖前線 ondanzensen o frente cálido. Un sakurazensen es una palabra del ámbito meteorológico y la botánica, que se utiliza con miras a predecir el florecimiento de los cerezos. En lo absoluto tiene una relación con el viento y los dioses, como el autor, inflamado de una atolondrada sapiencia, nos pretende hacer creer para caer en su trampa de orientalismo barato.

Si desean una palabra poética con “cerezo” pueden pensar en 姥桜 ubazakura, que en uno de sus sentidos, según el Daijirin, uno de los diccionarios de japonés, significa: 娘盛りの年頃を過ぎても、なお美しい器量を保っている女. Musumezakari no toshigoro wo sugitemo, nao utsukushii kiryou tamotteiru onna, es decir, una mujer que, aun cuando ya sobrepasó la edad juvenil, todavía conserva su bello encanto. Más o menos así la ruda traducción.

Insisto en la disculpa obligada de la redacción a los lectores que desperdiciamos cinco minutos de nuestra vida en dicho textito, pues esta revista corre el riesgo de ser confundida con el fanzine Liendres libres.

Finalmente, les invito a que, cuando se trate de un tema tan especializado como Japón o Asia en general, utilicen sólo los comentarios de expertos que puedan acercar las fuentes originales y la realidad actual al público hispanoparlante.




Estudiante investigador de la Universidad de Artes Liberales de Tokyo

1 comentario:

Aurelio Asiain dijo...

A mí también me indignó el articulito ese. Lo peor del caso es que el autor, Navalón, es el director de PRISA en México...